22/2/17

Huasi, el jugado

La poesía no es un mérito humano sino una fatalidad que se padece, dijo Julio (Cortázar),

entonces vemos al otro, al otro Julio, al olvidado Julio, al despistado Julio -sin pistas, siempre, para encontrarse-, al Julio que ahora evoco acodado en la ochava relente de un bareto, apurando el último trago de gin. Le vemos acodado en ese bar con telarañas en la única bombilla que prende, que sería, al decir del otro Julio -el del faso colgando del labio con cara de murciélago- una baba del diablo, es decir una baba cualquiera, la de una araña, la de una niña petrificada ante una baba del diablo colgando entre un tendal y un tejado, la de un violinista atento a los dictados del delirio ante una baba del diablo. 
Leemos esa poesía que dispara justo entre las tetas (hay que ponerse el chaleco antibalas para leer a Julio, porque acá no hay panfleto, acá no hay embrión posmoderno que aguante, acá se abortan y se paren anomalías universales) y nos entran ganas de empezar a desnudarnos. Vemos a Julio sacándose hasta la última prenda del alma, y nos entran ganas de ponerle las escamas (de pez que no fue, que no supo ser pez) o de hacerle una caricia. O de darle una cobardemente admirada palmadita en esa frágil cervical de poeta enorme que es.
Vemos a Julio, nacido Ciesler, renacido Huasi en la casa de todas las tribus andinas, muerto por su propia mano siendo Julio Huasi. Otro más en mi colección de suicidas favoritos, y no obstante único, imprescindible asesinador de infamias y fenomenologías de soretes a cara descubierta, que es como asesinan los deslumbrados. Que es como asesinan a la muerte los que saltan.


el violinista que hay en mí con su arco insano,
el niño que en mí sueña un juguete de fuego,
el mar que hay en mí con sus tigres fosfóricos,
la garúa que hay en mí y su mojadura fatal,
el pobre cristo que hay en mí y sus clavos solícitos,
el demonio que a su izquierda le convida gin,
la negrura que me habita, mi putez interior y mi piedad
se pueden guardar las partituras, los atriles,
enfundar los instrumentos y morirse al unísono.
Llévense la música hacia la oreja eterna, me cansé
de dirigir la orquesta y los virtuosos
se creyeron genios. Este cuerpo se retira
a ejecutar un teclado de pólvora
con músicos de verdad a mil manos
por toda américa. 
-Julio Huasi  (1935-1987)
 
Los faxímiles son cortesía del poeta Micharvegas, y pertenecen al libro Asesinaciones, de Julio Huasi. Ed. Puerta del Sol, Madrid, 1981.

11/1/11

Pensamiento terrorista

La nota rezuma ironía, ¡qué digo, sarcasmo!, es aguda, mordaz y está cargada de mala leche (¡como si la hubiera escrito yo!). Ramón Ballester es maestro, pintor, escritor, terapeuta gestalt, discípulo de Claudio Naranjo, arteterapeuta y terroris..., perdón: guerrero. No sé de qué año es la nota, pero se adapta a la que nos está cayendo; y hombre... no es que espere muchos comentarios, al fin y al cabo como que da grima la nota en si misma, pero es tan certera, tan desasosegante, que merece ser colgada en el blog de rab//. mientras brindamos a larga distancia con una copita de fibra óptica. O un trago de absenta.
Ahí va:

Carta abierta a mis coleguitas... de buen rollo.

Buenas noches, coleguita. Este texto pretende herir tu querida sensibilidad. Que lo disfrutes.

Vamos a empezar por el principio, sin rodeos: Somos asesinos. Nonatos, pero asesinos. Asesinos legales, nuestros asesinatos son legítimos. Y además limpios. No matamos nosotros. No matamos nosotros, directamente. Matan por nosotros. Tenemos un maravilloso invento que nos lo permite. La democracia, el gobierno de la mediocridad. Es fantástico. Con este procedimiento manda el mejor postor, el más interesado, el que mejor vende. No nos tenemos que preocupar, porque con este sistema todo irá siempre bien.

Tenemos los medios de información para facilitar la desinformación y dar una apariencia de justicia a las masacres. Se puede matar, matar y matar con total impunidad. Se puede morir, quitar la vida, destruir, acabar con pueblos enteros, destrozar... pues porque nos interesa la madera, o el petróleo, o parecer amigos de alguien, o entretener, en un alarde malabar, la mirada del público en un punto y hacer algún desfalco en otro lado, o sencillamente practicar y usar armas, que para eso están.

Claro que sin usar palabras tan fuertes. Somos finos y delicados y no podemos escucharlas sin rubor. Es más elegante hablar de conflictos de baja intensidad, limpiezas étnicas, daños colaterales o trágicos errores. Impone más y le da seriedad a la cosa.

Somos asesinos y esto es una farsa, queridos. Pero hay que hacer un poco la vista gorda. No podemos ir matando descaradamente. No sería un arte. Hay que encontrar razones y argumentos, darle un sentido a las matanzas. También tenemos nuestro corazoncito y no podemos hacerlo de cualquier manera, ha de ser justificado, ha de haber un malo. Si no, no tiene gracia. Asesinos sí, señora, pero educados. Cómo le vamos a enseñar a nuestros hijos, si no es con un poquito de hipocresía...?

Por otra parte estamos en un momento especialmente cobarde lleno de rajados y maniáticos puretas que protestan y se rasgan las vestiduras. Necesitamos más que nunca lavarnos las manos con tranquilidad, mientras escuchamos los cuarenta principales y seguimos, eso sí, con preocupación, los avatares del Barça, cómo está el tobillito de Guardiola, pobre, o la rodilla del gemelo holandés.

Y mira que hay algunos que no se enteran de que así es el sistema, y nosotros con él. No es preciso insistir, a estas alturas, en que nosotros somos el sistema. Son ganas de joder con la pelota! Pues claro que todos participamos de un solo corazón, del ser humano, de la vida. Y claro que la vida de este ser es lo que hacemos con ella. Qué se creen, que no lo sabemos? Por eso precisamente este odio frío y limpio nos sienta tan bien. Porque todos sabemos que esperamos en el pasillo de la muerte por el traje de madera.

Sabemos que estamos solos y abandonados en este planetita tonto. Y es condición de nuestra estupidez que la evolución de la inteligencia no vaya pareja a la comprensión de la existencia y del valor de la vida. Y mucho menos al desarrollo de la conciencia. Y esto es jodido. Y lo sabemos. Pero algunos no se enteran todavía de qué va la copla.

La vida no vale nada. Cuando nos paramos y sentimos y dejamos de entretenernos, no sabemos qué hacer, ni cual es el sentido de nada. Nacemos y nadie nos pide permiso, morimos y tampoco. A veces nos despistamos y amamos a alguien, craso error. Sabemos que más tarde o más temprano nos tendremos que despedir. Y nos dolerá. Cada vez que amamos, sabemos que la cagamos y tenemos que olvidar. Sólo podemos amar si olvidamos. Ahí debajo tenemos que callar las amenazas del dolor que vendrá. Sólo podemos entregarnos por partes. Además, entregar qué? si sabemos que somos una mierda. Cada vez que ganamos algo, a no ser que aumentemos nuestra inconsciencia, tenemos negado el disfrutarlo, porque sabemos que nos lo pueden quitar, o se puede estropear, o se acabará. Sólo podemos disfrutar si olvidamos. Cómo no vamos a sentir odio y rabia? Pues algunos no se enteran de lo que cuesta mantener este olvido.

Gracias a dios tenemos la ignorancia. La ignorancia, de la que participamos todos, y que cuidamos con tanto mimo, nos salva. En nuestras casas estamos seguros, en nuestras ciudades, en nuestra cultura, en este paraíso virtual televisivo, en el que presenciamos lo mal que está un mundo que nos ha de ser ajeno completamente. Vivimos a través del cine, la tele y el periódico y ahora nos comunicamos por internet y los móviles. Entre película y película, podemos confundir, gracias a dios, qué es película y qué es realidad. Así ha de ser. Tenemos que endurecer nuestras almas. Masacres de indecible crueldad, éxodos masivos de naciones enteras, niños agonizantes, mujeres rotas, hombres perdidos atravesados de odio y pánico... pues, como nosotros. Es necesario que sea así. Ya bastante nos afecta la muerte de un ser querido, como para que nos importe la muerte de alguien que no conocemos.

Gila dio un ejemplo el otro día muy bonito. En ese maravilloso programa de risas y estrellas, que ayuda tanto a soñar, después de su cínica escena sobre la guerra telefónica, y el divertido cotilleo sobre tanques y cohetes, se puso serio y declaró su sentimiento sobre las guerras. Relató el combate de boxeo de una película de Jodorowsky, en la que los dos púgiles se golpean con guantes de alambre de espino hasta que caen muertos; alguien pregunta por el que ganó y un juez responde: el que cayó último... Sabemos que nos pasará a nosotros. Mientras seamos amigos de los americanos ganaremos todas las guerras... El que cae último, cae mejor, Entiendes?

Claro, lo de Kosovo es que nos queda muy cerca, y esos algunos que no se enteran, se ponen nerviosos. Qué tontería. La expoliación y el exterminio de los indígenas de la selva americana o de las selvas de Indonesia, no molesta a nadie. Lo que pasó en Chile o en Chiapas o Argentina o Etiopía... Las matanzas de Uganda o de Argelia, la catástrofe del Golfo o aquellos miles de desgraciados pakistaníes, o la expulsión de los tibetanos de su tierra, o la lenta agonía de Rusia, o tantos otros desastres... No molestan a nadie... Claro que tuvimos que comentar que hay que ver como está el mundo y eso, pero seguimos tan campantes arropados por la suave idiotez de nuestras chorradas cotidianas. Así ha de ser.

Estamos en guerra. Siempre estamos en guerra. Y delegamos en nuestro amigo Solana o Clinton o Milosevic, para que decidan apretar botones y maten por nosotros. Para eso están. Queremos matar gente y tenemos ejércitos y fabricamos armas y pagamos lo que haga falta para que así sea.

Nosotros también morimos un poco cada día y no es para tanto. Ya procuramos fumar lo suficiente para tener nuestro cancercito. Ya comemos suficientemente mal. Ya bebemos el alcohol necesario para castigar bien nuestro organismo. Ya procuramos suicidarnos unos cuantos cada fin de semana en la carretera. Ya vivimos suficientemente desconectados en esta fiesta gris de la mediocridad, anestesiados, inmunizados, agilipollados, dormidos, muertos, más muertos que los que salen en la pantalla. Y no es para tanto. En realidad, cuando estamos asomados al telediario, mientras cenamos tranquilos, somos una pandilla de muertos asistiendo a una lenta y mutua ejecución... No es para tanto.

Es sencillo. Es así de sencillo. Quien quiera justificar algo que se lo explique a su espejito de tocador. Esto es así. Esto es así fuera y es así dentro. Vivimos a pesar nuestro. Como dice Morente "vivimos de puro milagro". No sabemos qué nos mueve a hacer lo que hacemos, desde que se inventó el chollo del inconsciente, tenemos permiso para la impunidad. Tenemos permiso para no saber nada de nosotros. Hemos perdido el contacto con nuestra esencia y todas las revistas de terapias alternativas hablan de ello. Por eso relajémonos, meditemos, saquemos nuestro artista interior y expresémonos, investiguemos la biorregulación espiritual y las vidas pasadas y las músicas chamánicas, lo que se tercie... Así conseguiremos una bonita mirada al horizonte y no nos engancharemos con nada, nuestro ego reposará confortablemente en un lecho de místico desapego. Y seremos, como vaticinaba el maestro Gurdjieff, unos perfectos e inodoros sepulcros blanqueados.

Mientras tanto hacemos lo que podemos. Sólo somos asesinos, no? pues ya!

10/1/11

Un viaje extraordinario


Compromiso de corazón es un imperdible documental con homenaje a C.G Jung. Por si todavía no lo habeis visto, os dejo el enlace a la biblioteca multimedia de Odisea, sitio donde lo descubrí. Vale la pena tirarse hora y media conociendo más de cerca al genial doctor suizo, oyendo sus brillantes elucubraciones, su peculiar sentido del humor y su rara cercanía teutona; sin contar con los testimonios de quienes le conocieron, que no tienen desperdicio. Si llegais al final prestad especial atención al mensaje de una de sus colaboradoras haciendo mención al último sueño profético de don Carl. Que lo disfruteis :)

7/1/11

Brama


La Pedriza, viernes 7 de enero de 2011/ 16hs (desde mi terraza). Lenta tormenta de número maestro. Sabia tormenta que no se hace oir, y que justamente por eso, me recuerda al refrán: cuídate de las aguas mansas...
que de las bravas empezaremos a cuidarnos ya mismo.

Gea brama por todas partes. Honramos su queja.

21/12/10

Quién, sino todos

Demoledora conferencia de Joan Melé, subdirector de Triodos Bank sobre la escisión entre economía y moral como causa principal de La Crisis. "No somos libres porque no podamos serlo, sino porque le tenemos miedo a esa libertad que exige fortaleza". Y añade: En mi experiencia de treinta años he descubierto que todo el mundo miente. "¿Yo?, te dicen, ¿cómo quieres que ahorre, si no llego a final de mes?". Entonces empiezo a mirarles a los ojos y les digo: ¿pero tú de verdad que no tienes algo ahorrado? Entonces ya se sienten violentos: "no tengo nada...", y en función de la negación, es el saldo de la cuenta corriente".
A destacar su mención a la necesidad de apostar por un consumo responsable con inversión en bienes culturales. Un vídeo sin desperdicio.



deo de flo6x8

17/12/10

Stargate




Me da en la espina que este blog virará en otra dirección. Sin concesiones. Richard Hell dijo verdades como puños, igual que Wittgenstein. Muerte y vida juegan a las payanas en el mismo rincón. Se ríen a hurtadillas de las pajas mentales que antropos se monta con su logos disfuncional.
En fin. Que hay quienes venimos notando, desde hace tiempo, que el humano piensa una cosa y dice otra. Que el discurso esté manipulado no es ninguna novedad, lo que no vamos a consentir es que manipulen el nuestro. Cuestión de principios: principios que se enuncian tal y como son pensados. Esto podrá generar agresión, aunque no tanto como el discurso encubierto. O los cheques sin fondo que producen balazos. O esa retorcida costumbre de no opinar porque no conviene o me da pereza, aunque luego vayamos por ahí hablando de justicia social. El discurso se devora a sí mismo cuando no se sustenta en la acción.
Pretendo una escritura capaz de llegar tanto a la maruja con fregona como a los lectores de nuestro querido Wittgenstein. Seré ambiciosa, pero puedo permitírmelo porque ya no tengo más nada que perder. Los que más temen son los que más tienen que perder. Los que se ocultan será porque tienen algo que ocultar. Yo ni temo ni pierdo ni oculto: prefiero arrasar. Narcisa se divierte dando brincos: ¿qué importa lo que yo pretenda?
Estoy conociendo personas que creen en otra manera de vivir. Resulta jugoso conocer gente de carne y hueso. Dicen lo que piensan, y si nos les gusta algo también lo dicen y luego se van. Y tanto lo entiende una maruja como alguien que haya leído al vienés... ¿no es genial? Estoy tan emocionada con el descubrimiento que la semana pasada creí que había sido abducida. Así que me puse a dar saltos montada en el tímpano de una caracola. A jugar con una canica de goma por todo el salón mientras el resto cenaba.
Personas que dicen lo que piensan... ¡asombroso! ¿Será que he dado un paso dentro del Stargate sin darme cuenta, y he caído en la vereda donde en Nochevieja la gente sale con una copa de sidra a brindar con el vecino? ¡Alucinante! Resulta difícil definir el fenómeno, pero cómo os diría... y aunque no os lo creais (me cuesta teclear, se me enredan los dedos de la emoción): esta semana he visto gente mostrando sus heridas como hacen los niños con sus cicatrices. De veras. Y lo más conmovedor: ¡no hacen psicoterapia! Y lo que es todavía más perturbador: ¡pude mostrar las mías mientras jugaba a la comba y nadie me pidió dinero!
Ahora ya sé lo que es viajar en el tiempo y que las palabras salgan por la boca y no por el hueco de una axila. Ahora ya sé cómo es la democracia, papi: tiene forma de círculo abierto y una vez dentro nadie te pedirá que le masturbes el ego.
Igual creo que se trata de algún tipo de mutación. Esta gente no es completamente humana. O mejor dicho, sí lo es, y tanto, que no lo parece. Soy feliz.



Photo-post: Subbotin

13/12/10

CUVO



El arte está allí, donde tú estás.
Robert Filliou

Ellos son CUVO: Lydia Lunch-Esther Planas-Sonia Gómez-Pere Faura-Miguel Noguera-Anamor-Ramón Guimaraes-Christian Schärmer. Su show.
Esta gente viene de BCN e incuva en Madrid.
Concretamente, en el café-teatro Naves del Español del Matadero de Legazpi.
Al sudeste del distrito Latina, donde hasta no hace mucho las vacas se convertían en comida. Hoy es un centro de arte contemporáneo. La sangre se renueva y cede su líquido espacio a la sofisticación de las nuevas tecnologías y la pana -por supuesto roja, e impoluta- de unas banquetas de bar. De la atmósfera, igualmentre roja. Del hule en lonjas que apartan las manos de los visitantes para que se cuelen, sin permiso, los espíritus de los viejos matarifes. Lonjas rociadas con polvo de huesos.
Me encanta lo modificación del espacio. Que conserve su nombre lo hace todavía más estimulante: M-A-T-A-D-E-R-O. Esto acredita la ilusión, pero la rompe y la recontextualiza para demostrar que lo es. Todo es imago-mundi, parte de una narración que podría cambiar en cualquier momento. Que está cambiando a cada momento. Mediaticemos la performance vital, vayamos a verla.
Como decía: CUVO. Pues eso, las seis caras de un objeto narrativo en 3D.


Lydia Lunch, sujeto gestual de difícil definición (hoy en día no tanto, se la repite siempre que se puede), nos arroja a la cara los fantasmas de la Guerra Civil y se retira haciendo un fuckyou mental de madre que ha acabado de reñirle a los niños. Reconozco haberme quedado por ella. Para ver al monstruo. A ver qué tal la judía arrabalera de Rochester, NY, que tanto me enervó cuando leí Paradoxia. Ella me saca el costado groupi, la parte canalla. Dispuesta a dejarme coser a escupitajos verbales aunque no entendiera ni jota, pensé que la traducirían: pues no. Sólo una parte, y por orden de la diva. O eso fue lo que me dijeron. Igual mucho no importó: los ecupitajos llegaban con rab//.ia modulada. Lydia se recarga en la punta del pie como si quisiera arrojarse sobre el público, luego se retrae, se arroja y vuelve a retraerse sobre el talón. Está militarizada contra todo lo que merece estarlo, y en la faena ruedan cabezas. La suya ya ha rodado, ahora quedan las nuestras. Y nada, miradla. No voy a seguir interviniendo su realidad sólo porque me gusta. No sería justa con ella.

Anamor nos presenta un serialkiller que es además presentador de televisión haciendo psicoterapia desde su cárcel y bastión: E-L M-A-T-A-D-E-R-O. Síntesis: bueno, pero ya visto. Grande su voz.

Miguel Noguera nos cuenta la paradoja de unos ladrones que te roban al salir del Zara con unos pantalones nuevos dentro de una bolsa [la historia está bien para alguien que nunca ha vivido en Latinoamérica], ¿y que se encuentran dentro?, pues dos muñequitos idénticos a ellos. Aunque parezca un cómico, Noguera nos intoduce en la tragedia en un pis pas. Debe ser trágico, digo yo, eso de verse a si mismo en el objeto robado. Ser el objeto robado. Y no sólo serlo, sino que te lo unten por el alma como una broma de mal gusto. Para pensárselo.

Sonia Gómez se quita los parches y se desnuda de arriba abajo, baila, se contorsiona y nos ofrece su eau de chichi sin acción (suponemos) desencadenante. Síntesis: ya visto, aunque recomendable para caballeros y damas sáficas. Un espectáculo donde el concepto queda relegado a la estética de un cuerpo de mujer que baila alumbrado por una -gran, gran- linterna. Muy cool, como pone en el programa; y por lo tanto snob. No lo critico, me parece bello, aunque quizá me haya hecho falta un concepto más original. Ya sabemos que conviene ejercitar veinte veces al día el pubocoxígeo y que el movimiento es similar al de un anélido. En cuanto a la expo-chichi: ya lo hizo Valie Export en Pánico genital, Viena, 1969; y se desnudaba más, porque todo lo que descubría era su chichi. La actitud de Gómez, no obstante, es la de una fémina íbera [ella diría catalana quizá, aunque para mí, que sólo llevo una pubertad en este país, será íbera]. Demasiada coquetería estropea el concepto (en caso de que lo haya) y esta entrega lleva ya como menos unos cincuenta años en cartel.

Esto se corresponde con Pere Faura, su versión yan. Y cuando decimos yan, es que es extremadamente yan. Rotundamente yan y a propósito, porque no hay en él otra intención que dar por saco a la militarización cultural de los extremos. Así, Faura se prepara en el plateau con un fondo de marcha militar: izquierda-derecha-izquierda derecha izquierda. Le vemos tomar el aire y llevarse un aro de gimnasia a la cintura. Aquí el asunto es resistir. Pero no resisitr por resistir, sino follar para resistir. Serán 15 minutos sobre el escenario follando a toda hostia al rítmo de un improbable Vivaldi + pareja gay resistiendo. Casi al final vemos que a Faura le falta nada más subirse al tinglado y follarse lo techos del Matadero. Como decía, el asunto es resistir. Demostrar que... ¿demostrar qué? Mostrar un show. El gran show. La competición contra sí. La com-penetración en sí, no importa quién sea el partenaire, con el yo como único público del gimnasta sexual al que no le importa si hay voyeurs, porque aquí lo único importante es follar. No importa con quién y contra quién…
follar
follar
follar
follar
follar
hasta la autoaniquilación.
Faura lo consigue: dan ganas de subirse al plateau, darle una palmadita y decirle venga, chico, déjalo ya que lo hemos comprendido.
Sin embargo no ha terminado. No, porque aún falta la pluma, la bandera bicolor rojo-amarillo, el broche de oro que corona el orgasmo y le da sentido a esa lucha cuerpo contra cuerpo, que la rubrica, inscribe y define como mito que hay que sostener, y por lo tanto romper. Síntesis: valiente. Y me armo un pitillo.

Esther Planas hace reverberar los últimos 5o años de historia entre una cuerda de guitarra y un tubito de metal. Casi ni se mueve. Se desplaza, suponemos, entre BCN y Londres con el tubito, la guitarra y el cuvo hacedor de atmósferas en el baúl de su coche. La chica da ese aspecto. Es humilde y sigilosa. ¿O será el cuvo un colector de huesos? Viendo las imágenes que salen al fondo da que pensar. Al oirla pienso en Sonic Youth -Evol- luego me entero de que ha colaborado con ellos. Sabemos cómo es esto: psicotrópico. Síntesis: muy visto también, y por momentos estremecedor.

Cada uno de ellos es presentado por Ramón Guimaraes, que máscara en cabeza y plataformas de drag-queen luctuosa, nos revela al guiñol. Queda demostrada la obcenidad de la máscara. Su revelación nunca fortuita.


Aplausos.
Voy a por los créditos: ¿dónde puedo conseguir el texto de Lydia?, le pregunto al curador. Es parte de su libro Arenal. Muy majo, el tío me deja su tarjeta. Allá vamos.


¿Cuánto tardarías en andar hasta morir?
¿Te dispararías en la mano para beber tu propia sangre
si te vieras abandonado en un infinito arenal en el que el único vestigio de vida
fuera lo que queda de ti?

Escapar es esencial.
Huyo para evitar la captura
para esquivar el castigo mientras pueda
me esfuerzo en calcular las millas de distancia
que separan el pasado del futuro
un intento fútil de manipular el tiempo
que pasaré, para siempre varada, en un limbo permanente.

La libertad es un solitario estado de gracia
un oasis que refulge en algún lugar en el horizonte crepuscular
donde las cadenas que traban han sido voladas en mil pedazos
acribilladas por el cañón de una metralleta.

Pero, ¿quién es libre de verdad
si uno no puede zafarse de su propia sombra
si no puede extinguir sus más desabridas fantasías o sus delirios más brutales?

Un teatro para insomnes, de estados de ensueño y pesadilla.
hechizado por un ejército de espectros errantes y enemigos invisibles
que acechan y arruinan todo cuanto encuentran a su paso.

El desierto le habla al fugitivo que hay en mí.
un pistolero impío. Aislado. Solitario.
un infierno crepuscular que yo misma he creado. Eternamente al acecho.
una aparición misteriosa que anhela con ardor
arrasar con todo y a todos.

Un holocausto individual de destrucción infinita.
que no torna rojo sangre el paisaje
sino que lo pinta de siena quemado: una pátina que evoca
la ausencia de color, la ausencia de vida.
la cáscara desocupada del hueco eterno

Un infecundo panorama expoliado de vida.
Plañe de desolación, el desierto y la muerte.
Un hombre, un asesino, él solo. Encarcelado en su pensamiento.
Acosado igual que por una plaga de langostas, un fragor aletargador,
un profundo rumor subterráneo.

Toda una vida de secretos infames murmurando para siempre jamás, justo
donde el oído ya no llega.

Yo soy ese hombre. Esa artimaña, la perdición. Estoy hecho pedazos.
Un magnífico desastre. Un espejismo situado muy al sur de donde no hay norte.
En esa tentadora envoltura de vientos del diablo
si apareciera ante ti tal como soy de verdad
no me podrías ver
porque habría dejado de existir
ne habría desvanecido.
Evaporado.
Sería polvo otra vez.
Y esparcido en alguna orilla desierta.

Este campo de batalla en el que me enfrento a mí mismo.
Contra recuerdos míos y reproches suyos
mi brutalidad y su otro yo vacío
de este asedio no deriva un reposo desigual
no hay sosiego. Sólo descanso impuro en el cual me estremezco.
Prisionero de lo baladí, de la insidia, de la agresión.
Exhausto y entumecido.
Despertando una y otra vez
para que el sol me colme de llagas
para que la arena me consuma
y abandonado en la batalla contra mi sombra.

¿Cuánto tardarías en andar hasta morir?
¿Te dispararías en la mano para beber tu propia sangre
si te vieras abandonado en un infinito arenal en el que el único vestigio de vida
fuera lo que queda de ti?

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