29/9/10

La violencia de las horas

Un poema de César Vallejo. Prepárense que va fuerte. Pero es de pluma mayor, como todo lo de él. El poeta se lamenta de sus muertos.


Todos han muerto.

Murió doña Antonia, la ronca, que hacía pan barato en el burgo.

Murió el cura Santiago, a quien placía le saludasen los jóvenes y las mozas, respondiéndoles a todos, indistintamente: «Buenos días, José! Buenos días, María!»

Murió aquella joven rubia, Carlota, dejando un hijito de meses, que luego también murió a los ocho días de la madre.

Murió mi tía Albina, que solía cantar tiempos y modos de heredad, en tanto cosía en los corredores, para Isidora, la criada de oficio, la honrosísima mujer.

Murió un viejo tuerto, su nombre no recuerdo, pero dormía al sol de la mañana, sentado ante la puerta del hojalatero de la esquina.

Murió Rayo, el perro de mi altura, herido de un balazo de no se sabe quién.

Murió Lucas, mi cuñado en la paz de las cinturas, de quien me acuerdo cuando llueve y no hay nadie en mi experiencia.

Murió en mi revólver mi madre, en mi puño mi hermana y mi hermano en mi víscera sangrienta, los tres ligados por un género triste de tristeza, en el mes de agosto de años sucesivos.

Murió el músico Méndez, alto y muy borracho, que solfeaba en su clarinete tocatas melancólicas, a cuyo articulado se dormían las gallinas de mi barrio, mucho antes de que el sol se fuese.

Murió mi eternidad y estoy velándola.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Murio mi eternidad y estoy velándola.
Ya ese verso te hace trizas.
S

RAB dijo...

Sí, Samuel, es un poema demoledor.

Stalker dijo...

RAB:

he leído la poesía completa de Vallejo estos días, en trenes de ida y vuelta y norte y sur.

Y una vez más me he parado en este poema intenso, extenso, profundo y que no pesa... Es la posada poíesis, la morada del corazón:

un poema que no rehúsa ser ala...

un abrazo

RAB dijo...

La morada del corazón es la única a la que aspiro, Stalker.

Fackel dijo...

Tal vez nos pasamos toda la vida velando, montando vigilia, con nuestra propia eternidad. Igual va siendo hora de dejar de ser tan eternos, y salir del engaño. Y sentirnos materia que nos fíe.

(Grande entre los grandes este Vallejo. Recito a veces en alta voz sus poemas y cuando me llego a España, aparta de mi este cáliz, soy un una atmósfera de lluvia. Y me ahogo. Está muy bien que gente como tú lo vindique ¿para la eternidad? No, para la materia, que es la que se transforma)

RAB dijo...

Ufffffff Fackel... Vallejo no necesita que yo le vindique, eso te lo aseguro :) El instante del verso es lo que lo hace eterno. Esto nos ahorra el tener que caer en los vericuetos intelectuales de siempre.

Un saludo

Anónimo dijo...

esa foto que acmpania al poema de vallejo,no es retrato de vallejo sin de josé carlos mariátegui,quien tan fuerte presensia tuvo en la vida y la obra de césar...

S&P!

RAB dijo...

Gracias por señalar la errata visual, Poni, ya está cambiada.