20/10/10

Frankenstein

Des-crear el sistema mediante el logos, usarlo como herramienta -o más bien- como membrana envolvente para el órgano. Habría, primero, que des-creerlo. No sólo reconocer su poder sino también admitir lo que tiene de marioneta y de cyborg. Un cyborg es creación humana. Darles poder a los cuatro, porque necesitamos venerar a la bestia, un señor de las moscas a quien adorar para poder matar. Y es verdad, LUG, que a estas alturas ya nos ha superado. Señal de que también nos hemos superado. Por eso la bicefalia. Por eso la traición, y también la decepción. Nos hemos convertido en los chivos bicéfalos de nuestro propio campo minado, de ahí la paradoja. Dando poder a la bestia.
Pero yo estoy -o creo estar mientras me dejen- en la fase del presunto suicidio social. Comenzó cuando todavía era una decadente y me jactaba de ateísmo (cristiano, por supuesto, que al etimológico conozco pocos que de verdad lo profesen) y me llegó cuando no pude separar mi formación burguesa del proletariado ejercido por contingencia. Entonces ya nunca más pude el ego-trip con las medias de rejilla perforadas: me gustaría, pero no puedo. O mejor dicho, puedo, aunque de tanto ejercerlo ya se ha vuelto una especie de tebeo al que de vez en cuando echo un vistazo con la nostalgia conque la madres escudriñan las fotos de sus hijos pequeños. Ya nunca he vuelto a ejercer ese extraño poder que al poder le marea la perdiz y que no obstante, de a ratos, lo adopta. Porque así es la palabra y aunque no nos lean -o nos lean pocos- nos divierte y también nos advierte, y a veces cuesta creer que ella sea todo lo que tenemos mejor que los primates. Porque uno, a ese poder, lo saca a pasear junto con el horror que nos produce, y hasta nos reímos de él, lo violentamos, lo retorcemos, lo chillamos, lo poetizamos y por supuesto lo deploramos.
Lo que nunca haremos -y es evidente que, tal como están las cosas, difícil que lo hagamos- es admitir nuestra insondable, vertiginosa responsabilidad en la construcción de la bestia. De haberla permitido. De haberla violentado tras haberla permitido. De haberla alimentado para que tenga sentido nuestra existencia binaria -la bestia vs. nosotros- y para que discursos como estos, si acaso, lo tengan también.

Todo lo demás es espíritu -no-lenguaje. Aunque... bueno, ésa es otra historia.

15 comentarios:

Stalker dijo...

La responsabilidad en la construcción de la bestia, la bicefalia y, a lo lejos, la ¿emergencia? ¿descubrimiento ¿construcción? del espíritu...

Alimentan tus palabras, RAB. Acompañan,

un abrazo

RAB dijo...

Bueno, la historieta surje como reflexión a un post escrito por LUG en su tortuga bicéfala. Eso es, más o menos.

Anónimo dijo...

RAB ¿las palabras te acompañan o ilustran tus experiencias? Para los que advertimos lo que llamas espíritu: ¿lo ilustran? Y en ese caso: ¿es posible que puedan hacerlo las palabras? Ya sé, lugar común...
Otra: la convivencia de una formación burguesa con el proletariado no es algo a lo que estemos muy acostumbrados :o) aunque eso te haga más completa, te hará también me parece, más lúcida y menos feliz.
El post suena a baldazo con hielo, pero no creas que me deja frío, todo lo contrario.
Salud con mèrde RAB
S

Anónimo dijo...

pd. que se entienda como proletariado el ejercicio del trabajo en el ámbito fabril y de oficio y no en los medios académicos o de rango. Que hoy día se confunde mucho...
S

RAB dijo...

Ay Samuel..... ¿te quieres casar conmigo? :D Me retracto: ya estoy casada, primero tendría que divorciarme.
Las palabras nos ilustran. Sólo eso y, como dice Stalker, nos acompañan. Últimamente ando con fiebre de palabras, es mi segundo nacimiento: lo mismo me pasó con 9 años y como entonces, no recuerdo exactamente cómo llegué a la poesía, aunque es probable que fuera después de "saltar" (la metáfora es mi lugar común particular) desde algún cerro...
en fin.
Ah: las palabras nos re-nacen.
Y, oh: el proletariado.......................................................... :D Yo soy latinoamericana, Sam, así que a buen entendedor...
Gracias por tus apuntes.

Anónimo dijo...

Sí, en algunos lugares de Iberoamérica la pobreza no excluye el derecho a la educación. Es sorprendente el valor que dais a ello, lo he visto en mis viajes por Argentina y Chile. Aquí es diferente, de hecho, contamos con la segunda generación de universitarios en toda nuestra historia que han tenido pleno derecho a acceder a estudios superiores siendo hijos de simples obreros. Vosotros no podeis concebir ese hiato, esa línea de separación de clase y educación. Dime si me equivoco, pero es lo que podido observar cuando estuve allí, y también entre algunos amigos latinos que tengo en Madrid.
Salud RAB
S

Luis González dijo...

Me gusta el cyborg. Al fin y al cabo es criatura herida que re-nace a la salud por amor de ingeniero. Me enternece la criatura recuperada de la herida, reconstuida por la herramienta del logos y que sueña con ovejas eléctricas. Si el sistema, si la bestia, es cyborg... me enternece el sistema que nos condena. En algún sentido acepto el "amor fati", el amor a lo que es el caso y que admito en mi seno sin preguntar por su origen de bestia o víctima. Visión estetizante, lo sé.

Yo soy cyborg por aproximación. Por metáfora.Porque la piel y la carne se me ponen en marcha por fuerzas que no controlo. No controlo la obsesión, ni el amor, ni el dolor ni siquiera el sentido del deber. Todos dicen que soy majo y tranquilo. Soy un gran disimulo. Pero no controlo y mi organismo lo controlan las fuerzas, esas en las que si quieres descreemos porque estoy dispuesto, porque yo sí me siento ateo (no sólo del cristo)y para dejar de serlo debería ver, ver una llaga de resucitado o un baile shiva o un niño con cabeza de elefante. Ver por el arte. O escuchar el Om. Lo que fuera. Un poco de control. No me gusta no controlar pero así son las cosas.

Tal vez nadie controle y a esa nube de descontrol la llamamos sistema. Como no controlo las fuerzas que me dominan no sé si son fuerzas del orden. ¿Y si el sistema descontrolara tanto como yo? ¿Y si fuera una pobre criatura cyborg del hombre como dicen algunos? Quizás las fuerzas sean el nombre de mi debilidad. Puede ser.

Pero sólo me tengo a mí y debo repetir palabras que no son mías para ver si alguna se rompe y sale algo. No ego-tripeo por capricho. Me gustaría lo otro, ya sabes, lo otro que es tan no-otro. Lo común. Lo que nos une. El antídoto contra la decepcion, la imposibilidad de mueca irónica, la palabra muda porque llega a un espacio sin decepción ni traición. Pero llega. Por eso soy ateo. Porque la decepción del mundo, del sistemas, del arte, de la palabra no admite creencia.

Me gusta no coincidir contigo, RAB//. Y que a pesar de todo intentemos encontrar en el dial una sintonía. Ese tipo de cosas no me hacen creyente. Pero son las iluminaciones que hace unas horas me pedías que definiera. Reflejos en el horizonte de mi saberme atravesado por fuerzas voladoras.

Gracias por la historia.

RAB dijo...

LUG, nuestras visiones, más que oponerse, se complementan. :D Las iluminaciones tal como tú las defines nos dan el beneficio de la multiplicidad y merece ser celebrada como parte del animal multicéfalo y un poco cínico, sensible, amoroso, patoso, ético, estético y atónito que somos. Pero para mí no tienen nada que ver con Rimbaud –a propósito de tu respuesta a mi comentario en la tortuga- mucho menos con Huxley o con Jim Morrison (será que respeto demasiado a Huxley como para meterlo en el saco de Morrison). Para mí las iluminación-es son una cosa bien distinta, y en ese estadío no puede haber traición y mucho menos decepción sino sólo certeza. Ya ves que todo es cuestión de interpretaciones. Hay traición y decepción donde hay ética y en ese espacio puede haber también intepretación; sin embargo, en el espacio iluminado al que refiero no hay ética… ni estética. En realidad lo hay todo, y nada, tal como lo entendemos en el espacio ético creado por las palabras, las formas, los contextos y por supuesto, la cultura. Pero entiendo perfectamente ese concepto, lo que sucede es que hoy lo pongo en duda –lo cual no significa que niegue su legitimidad- y al respecto hasta podría decir que me pone el hoyito en la pera de Aaron Eckhart :D tanto como la sangre de Gina Pane (y no, no soy vampiro) en la galería donde en su momento se cortó las plantas de los pies para demostrar que ella, como artista, era capaz de llegar hasta ese punto de autoinmolación… Es la multiface, y es necesaria, como bien dices, esa actitud cyborg del que se reconoce creado y se sabe incapaz de controlar las fuerzas, sean del orden o del desorden, que yo asumo –o necesito asumir- como parte de un todo que me incluye y al que considero tan responsable como quejica, siempre poniendo la responsabilidad en el otro –yo la primera- por esa necesidad de otredad que nos justifica y nos alienta para seguir creciendo a la Hidra. Pero es mi lectura, sólo una entre millones. Lo concreto: mejor que haya millones, y en esto seguro que coincidiremos por lo obvio.

RAB dijo...

Samuel. Veo que el asunto dispara hacia otros derroteros... qué bien.
No sé qué decirte, la verdad. En su momento Argentina gozaba de ese detalle al que aludes: el de la educación gratuita y bla bla. Pero yo me pregunto una cosa: ¿de qué nos sirve tanto universitario conduciendo taxis? O en Cuba: ¿de qué sirve tanto médico si no se tiene recursos para los medicamentos? Hay un desfazaje brutal. Sí que es verdad lo que dices, que hemos sido educados en la creencia de que ser pobres no nos excluía del derecho a la educación, y en ocasiones eso era todo lo que tenían los inmigrantes que llegaron a las Américas sin ella y con la esperanza de que sus hijos pudieran tenerla –lo cual es precioso, no me digas. Significó una ruptura con la idea del clasismo en la educación, supongo que a eso te refieres. Pero es un poco un mito, y algo que lamentablemente se queda en mi generación... Piensa que hasta no hace mucho la UBA estuvo a punto de cerrar porque ¡¡no había dinero para pagar al FMI!!, así que mira…
Cuando hablé de proletariado me refería más bien a que nuestras prioridades son otras (digo “nuestras” refiriéndome al pueblo), a que la lucha de clases resulta más necesaria y patente porque la pobreza es mayor, y porque no existe una institucionalización del capital como sucede aquí… donde los partidos, sean del bando que sean, defienden sus monopolios por encima de las ideas. En fin, es un tema tan amplio que seguramente nos llevaría hasta la colonización, y tan largo que … pfffff, da para eso: para largo.
Abrazos

Luis González dijo...

Supongo que es posible sentir nostalgia de las cosas que pasan mientras están pasando. Si esas cosas que pasan merecieran el nombre de "iluminaciones", entonces cabe hablar de iluminaciones sin certeza (¿ no impide la certeza la debilidad de la melancolía?), experimentando en la precariedad de lo que sabemos que terminará decepcionando-traicionando.

Pueden verse las cosas en su momento de nacimiento (con los brazos llenos de promesas y esperanzas) o en su decrepitud ("eres polvo y en polvo te convertirás" decían en la iglesia los miércoles de ceniza). Ver las cosas en su decrepitud es una forma de ver que trata de quitar a la certeza esa maldita ceguera que la hace soberbia y violenta. Es decir, no es que niegue lo bonito de la certeza (ella me quiere, hice bien en traer un hijo al mundo, este texto es magnífico) o incluso que su búsqueda sea exigida por una cierta teleología del decir. Simplemente prefiero ver a la certeza temblando como el humano en su caverna. Me gusta precaria y herida, aún sabiendo que la traición con que nos amenaza nos dolerá.

O algo así cuya mejor traducción aún no está escrita...

¡Salud y librepensamiento, compañera!

RAB dijo...

LUG una pregunta: ¿admitir la posibilidad de algo por encima de ti te resulta soberbio y violento?

Claro, que si llevamos el concepto de "certeza" a su dimensión ideológica -como siempre- la soberbia y la violencia estarán a la vista. Admitimos su ceguera en ese terreno. Así que lo diré de otra manera: la certeza de que no sé absolutamente nada me ilumina, LUG. ¿Ves como nos parecemos? :D Y ésa es la única certeza que tengo y es la única manera en que puedo expresarlo delante de alguien que necesita tocar las llagas de Cristo. ¿Se me permitirá tenerla, o debo arrastrarme por los suelos pidiendo perdón por ser tan ilusa de creer que Jesús montaba en columpio?

Para creer en algo más allá me parece que necesitas algo más que ver a un niño con cabeza de elefante, que ya los hay. O ver, como me dijo alguien una vez, enanitos verdes caminando por el techo, que eso lo conseguirás -muy posiblemente- tomándote un ácido. La verdad es que no hay palabras para la certeza, por eso la llamo así. Poder celebrarlo con lengua tartamuda, como yo digo; y el límite que impone el código, es ya otra certeza.

Salud y libre sentimiento, compañero.

Anónimo dijo...

Supongo que habrá mucho de mito, sin embargo, insisto: me resulta llamativa esa necesidad de superación, que es tanto mayor y más honesta si se piensa en los pobres resultados económicos que se obtendrán a cambio. Esto deja la vocación al desnudo, y no hay riesgo de que pueda ser confundida con la conveniencia del intercambio económico. Para ser concreto: ¿cuánto gana un maestro de primaria en Argentina?¿Puede vivir de lo que gana?¿No? Aquí créeme que sí. Vale la pena, pues, sacarse la oposición a fin de conseguir el cargo aunque no haya más vocación que la inspirada por la seguridad que da un trabajo estable. Por eso, esa honestidad y ese énfasis en la vocación me resultan conmovedores y muy dignos de aprecio.
Saludos RAB, y que te sea leve :)
Samuel

RAB dijo...

Pero eso de conseguir la oposición para asegurarse el futuro (en caso de que tal cosa exista) pasa también allí... Me parece, Samuel, que sigues idealizando. Quizás hayas escuchado un viejo disco de León Giego: Maestras de Jujuy; ellas seguro que te darían la razón :) Gracias por considerar esos aspectos y hacer una reflexión sobre ello.
:+

Luis González dijo...

(Juro que envíe respuesta a su tiempo y que la cosita blogger me dio sus aprobación. Me alegra, en todo caso, que en la nota de más arriba me recuerde RAB// el silencio...)

Preguntas: "¿admitir la posibilidad de algo por encima de ti te resulta soberbio y violento?" Respuesta: sí. Pero entendamos y maticemos que las cosas son complejas y los filósofos simples.

La "certeza"(o luminosidad) que crea(impone) ese "encima de mí", cuando sale de debajo de las sábanas o del centro del alma (despertando en ese privadísimo club mi ternura y las ganas de jugar con ella a las escondidas), es decir, cuando deja el espacio de la "posibilidad de" y se torna presencia que actúa en la plaza pública, sacude mamporros porque se impone por "evidencia" y, como decía el bueno de San Anselmo, el que niega la evidencia es necio. Y el necio merece mamporro.

A veces las evidencias no son muy permanentes pero se imponen con igual contudencia. Así el caso "1984" de Orwell donde 3+2 era 4 o 5 o 6 mil según dictara el GraN hermano (y, por supuesto, así había sido siempre). Por su parte, la certeza de que no hay certeza sólo es dubitante en la máscara externa y esconde mucha más soberbia de lo que parece (véase el caso Sócrates: el sólo sé que no sé se convierte en él en cifra de su magisterio).

Decía Nietzsche que él no venía a imponer nuevos ídolos; le bastaba con mirar a los existentes y constatar que tenían los pies de barro. Lo mismo me sucede: como en muchas situaciones yo me veo abajo, al mirar hacia arriba y ver a las cosas que me superan y están "por encima", no puedo por menos de arrugar los ojillos y ver que tienen colgajos en sus carnes y mugre en los bajos de sus uniformes y trajes de gala o divinidad. En esos casos se me muestran como cuadros expresionistas que poco a poco pierden la seriedad y el dramatismo y se tornan ilustraciones infantiles. Así el mundo se me torna payaso y el payaso es aquel que nunca se coloca por encima de. Convertidas en dibujos, las cosas que están por encima me resultan amables y deseables...pero, claro, ya han perdido su condición de arriba y han retornado al centro de mi alma.

Luego, claro, en la vida diaria soy liberal-pragmático y sé que hay que colocar cosas arriba - las leyes, las solidaridad... - que deben estar arriba sólo si funcionan reduciendo el nivel de crueldad del mundo (Estos es más o menos de Richard Rorty).
Hay una mala bestia rondando por ahí ( el humano y sus dioses y sus utopías sangrientas)y conviene marcar territorio con sanas convenciones. No digo que la humanidad sea mala bestia pero, en ocasiones, lo parece... y hay que atender a las apariencias.

En todo caso, querida RAB//, todo son matices. De manera gruesa podría haber contestado que sí admitía la presencia de algo que me supera, algo por encima de mí: la belleza de las cosas y el brillo de la piedad, por ejemplo. Dos misterios que veo, desde mi pozo, brillando como luces de inspiración. Me dejo arrastrar por ellas, me consuelo y trato de amarrar mis principios pragmáticos a sus sombras... pero, ay amiga, para que eso suceda debo esconder esa mi otra cabeza que me dice que el rey está desnudo, que se ven también colgajos escurriéndose en la entrapierna de la belleza y la piedad, que los genes, los marcos, los horizontes hermenéuticos y, sobre todo, el pàdre-madre que nos parió, nos muestra que polvo somos y todo es polvo.

Salud, libre sentimiento, libre pensamiento, justicia y belleza, piedad y bisturí policrítico...

RAB dijo...

LUG, por lo que dices en el paréntesis deduzco que la cosita blogger te ha dejado el comentario en espera de aprobación, como ha pasado con éste. Y esto es algo que ya me viene pasando desde hace tiempo, no sé por qué algunos los deja para moderar y otros no y otros diréctamente ni se suben... como habrá pasado con aquel que citas.

En fin.

Demaisadas palabras, LUG, para explicarte. La verdad es que las certezas no necesitan tantas palabras, y no sé lo que diría San Anselmo (porque no lo he leído) pero de lo que sí estoy segura es de que a este lado del charco os han dado un institucionalizazo eclesiástico tan brutal que os han sacado las ganas de creer en nada. Y no me extraña :D

Tu forma de creer es la belleza y la piedad, y mira, es una buena forma de creer si puedes actuarlas. Lo que no podré admitir jamás es que la cuestión estética justifique la creencia de que el cinismo es sinónimo de inteligencia. Eso sí que no puedo. Y no puedo porque yo, justamente, lo he estado ejerciendo durante años con fiereza, y he visto que sólo conducía a la parálisis. Lo que noto es que en ello hay una demagogia del pensamiento: pretendemos ser absolutamente liberales y escépticos doliéndonos en el sino de ese "más allá" de las instituciones y sus paradigmas, y actuamos en consecuencia, asumiendo un rol individualista. Se cree que hay dialéctica en ello, pero si fuera así creo de todo corazón que muchas dictaduras caerían por el peso de quienes se retiran, sean apólogos o detractores.

¿Qué tal una tercera opción?¿Alguien asume esa tercera opción? Y lo más importante, me parece: ¿Alquién COMPRENDE esa tercera opción? Y sobre todo: ¿NOS CONVIENE esa tercera opción?

Otro "en fin". Un saludo LUG, y una vez más, gracias por tus sentidas reflexiones.