8/8/10

Mirlo

Cada día me vuelvo menos verbal. 
Admiro el rito de los mirlos al caer el sol. Uno de ellos aterriza en la ribera del río y empieza a piar, convocando a la bandada. Al rato hay docenas de mirlos piando al unísono, una gran muchedumbre de pájaros compartiendo las novedades del día. Cuando los miro se me olvidan las palabras. Las encuentro entre ineficaces y deficientes. Sé que no lo son, entonces llego a la conclusión de que vivo una inquietante temporada  de surfing emocional en las que si bien necesito de las palabras, también es verdad que no me alcanzan. 
Las mías, no.
Me deslizo entre la contemplación y la vacilante metamorfosis de una oruga que no acaba de convertirse en mariposa. Ya no puedo admirar a los caídos. Ya no me sirve tomar sus pastillas. Yo no tiene gracia beber su vino. Ya no me regodeo en la vidriera de la expiación con lápiz para ojos y cigarrillos. Ya no me funciona -más bien, no me interesa- la fórmula binaria justificatoria de vínculos inconciliables entre puntos cardinales. Ya no me recreo en el guión de Mary Shelley.
He ofrecido mis partículas a los pájaros y ellos me han devuelto un cuerpo entero. Lástima, porque ser partícula era más fácil. Ser partícula me eximía de toda responsabilidad para nunca llegar a tocar más allá del fluído y su repetición. Ser partícula me proporcionaba el placebo de la acusación y la víctima, el subidón de la tristeza, el  dolor circular y vicioso del nihilista. 
Pero ya no hay nadie a quien culpar. No hay organismo, persona, cosa, sistema o cultura a quien responsabilizar. No hay discurso -por muy convincente que se pretenda-, ni constitución, ni norma, ni revolución, ni ideología contra la que oponerse. La acción se hace presente cuando contemplo a los pájaros, y por eso que yo llamo certeza, concluyo que ellos nunca han vivido fuera de la mente del mundo.

Sin embargo, hasta los mirlos se pelean por una migaja de pan...

(Venga, que me voy a pintar). 

2 comentarios:

Camino a Gaia dijo...

Ya no hay nadie a quién culpar.
Solo quedamos nosotros.
La inocencia tampoco pudo ser.

La vida solo esperaba
un paso mas
hacia la vida.

La victoria es innecesaria.
Es suficiente la belleza.

RAB dijo...

Pues sí. Y parece ser que la vida consiste en descubrir la belleza que hay en nos.