23/8/10

Humus

Desde hace días que vengo averiguando precios de tierras en Argentina, y me he encontrado que la tierra, allí, cuesta lo que cuesta una hamburguesa.
No es ninguna broma. He visto que hay hectáreas que se venden a 8.000U$A cada una. Mientras el metro cuadrado de tierra en España cuesta entre 1000 y 1300€, en Argentina hay quintas de una hectárea -con casa incluída de 100 mts2 habitables y a reformar- que se venden entre 60 y 80.000U$A, cuando no a menos. Al parecer, en mi benemérito país la tierra se regala al mejor postor.
Esto no es nada nuevo, sin embargo creo que sería interesante plantearlo de otra manera. En vez de ponernos a llorar por las tierras que se ha llevado Benetton, sería bueno que -si tan baratas cuestan- nos planteáramos cómo adquirirlas nosotros. Se me ocurre, no sé, una idea: la de gestionar la compra de  -por ejemplo- una hectárea para un proyecto comunitario, que no tendría por qué estar orientado necesariamente a la ganadería. Ni siquiera a la agricultura extensiva, que de eso ni hablar (y ya lo hace Monsanto). Hablo de adquirir una tierra para desarrollar un hábitat orientado a la agricultura biológica -la vieja huerta de toda la vida-, su difusión educativa, y una vivienda comunitaria que funcione además como centro de terapias.
Es un viejo sueño que tengo, y que mis compatriotas -por explotación, rapiñaje y abandono de largas décadas infames de especulaciones y corruptelas- reciben con un cierto, digamos, escepticismo. El tópico del molino y el tractor es solamente eso: un tópico. Ahora entiendo por qué los europeos que iban a la pampa se quedaban boquiabiertos viendo tanta tierra yerma, y yo misma, allá por fines de siglo, lo haría también al detenerme con el coche a medio camino entre la provincia de Buenos Aires y Córdoba bajo la amenaza de un temporal con viento pampero, para ver esa infinita extensión de tierra sin cultivar, cuya piel es negra. Negra, humus. Bien sabemos, chamigo, que en Argentina plantás un ladrillo y te crece un ombú.
España. ¿Tierras yermas? Aquí no se deperdicia un ápice. Aquí sobre una superficie de 20 mts. son capaces de montar una escuela de bio-agricultura. Puro saneamiento mental. Sí, habeis leído bien: he dicho mental, no es un error de concepto. Yo misma tuve una huerta de ese tamaño cuando vivía en Mar del Plata. Mejorar el terreno -plagado de juguetes sepultados- costó más que ver crecer las hortalizas. Nunca he visto tomates tan grandes ni he vuelto a comer una lechuga más sabrosa. Aquí las tierras se las llevan los constructores. Colmenas de lujo con destrucción del medio ambiente e hipotecas-trampa. Sin embargo, hay quienes deciden abandonar su vida en la ciudad para marcharse a ordeñar cabras o cultivar olivos en, por ejemplo, Granada, un secarral. Y no es ninguna vergüenza. Es una tendencia. Hablo de gente con grado universitario, gente que nunca ha tocado una gleba de tierra. Se necesita voluntad, claro. Coraje. Y sobre todo, fe. La tendencia se expande como reguero de semillas, y no falta por tierras argentas gente que, como aquí, lo viene haciendo desde hace décadas.
Pero volviendo a mi viejo sueño, el de meter las manos a fondo en la tierra sin temor a que se te ensucien o se te rompan las uñas. Mi sueño está situado bajo la Cruz del Sur, con el blanco campanario de una hermita como faro -una hermita construída sobre un manantial de agua que llega de un cerro- y mi extravagante corazón como brújula. Capilla del Monte, Córdoba, Argentina. Cerro Uritorco, ése que conecta con La Pedriza por los subterráneos pasadizos del destino, y que yo he atado con hilos fuertes, para que no se me pierdan. Esa tierra es mía. Esa tierra es nuestra. Sólo hay que animarse.
Como dice un comentarista en el link que os dejo más arriba:

Países inteligentes no permiten que extranjeros se adueñen de sus tierras. Cuando los recursos no renovables se agoten, quienes tendrán poder serán quienes tengan tierras... Muchos de ellos serán foráneos en suelo argentino y nosotros seremos los extranjeros en nuestra propia tierra....
 

Y yo me pregunto, ¿no será por elección?

Photos/post: de arriba a bajo, una vista de la estancia Santa María de la Armonía, Mar Chiquita (pcia. de Buenos Aires); Capilla de San Plácido, Bialet-Massé y tormenta sobre el Carro Uritorco (pcia. de Córdoba).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Dicen por mis pagos que el que calla otorga. Después nos quejamos de la propiedad privada...

RAB dijo...

Hola anónimo. Últimamente he visto mucha lágrima de cocodrilo :+
benvenuto ;)