
Una navega por la red y ve que en todas las páginas sale una leyenda: DENUNCIA ESTO. Se hace cada vez más corriente verla en cualquier página, portal o hosting. Otra aberración del Ojo Supremo: ahora resulta que todo lo que no encaje con la "ética" de las grandes empresas, los bancos, los portales-empresa que viven de la difusión de prensa cutre y toda esta urdimbre de supuesta legalidad y moralidad "de protección de datos", es denunciable. DENUNCIA ESTO se ha convertido en un síndrome de paranoia contra el prójimo: cualquiera puede denunciar a cualquiera simplemente porque no le guste su cara, porque haya dicho algo que moleste, o porque no le caiga bien. O simplemente porque no guste el color de sus guantes. La gran difusión de los famosos portales de pedofilia lo promueve y justifica, el problema es que en el saco caen también la libertad de opinión y las denuncias contra empresas delincuentes que operan libremente a través de este medio sin que haya ley que las toque. Tengo una breve lista para mencionar, pero no lo haré por ese asunto de protección de datos.
Y es que es inútil: se lo han montado tan bien que no hay indivíduo sobre la faz de la tierra que pueda hablar, denunciar u opinar por si mismo sin que salte una leyenda -sea en la red o en el bar de al lado, al fin y al cabo la red no es más que un reflejo de lo que hay fuera de la red- rezando el famoso DENUNCIA ESTO. Pero es una mentira que se protejan los datos de la gente: en realidad sólo se protegen los datos de las grandes corporaciones, y si se hace es nada más y nada menos que para que no haya pérdidas. Es decir que no es una cuestión moral: es una cuestión ética. Vamos, de ética de empresa. En definitiva: que es una cuestión de ética de mercado.
En cuanto a la pedofilia. La falta de criterio que fomenta el macroestado fascista considera que una muchacha de dieciseis años y un hombre de, por ejemplo, treinta y cinco pueda ser denunciada por pedófila. Está claro que hoy día Lolita sería una pobre niñita maltratada y Nobokov un degenerado esperando en el corredor de la muerte de las marujas asesinas (no hablo de Javier Rebollo, que cuenta con mi bendición). Olvidan, al parecer, que hasta no hace mucho las familias reales -y no tan reales- casaban a sus hijas con hombres que podían muy bien pasar por abuelos, con el único fin de asegurarse la descendencia y/o integrar patrimonios (¿variedad preculsora de las actuales fusiones?). Y que otros se casaban -o no-simplemente por amor, cuando no por gusto, porque al fin de cuentas ¿quién ha dicho que una chavala de dieciseis años no pueda enamorarse de un señor de la edad de su padre? Y viseversa, que es más corriente de lo que suele creerse: véase, sino, The reader. Nadie ponía el grito en el cielo por algo así, ni se llamaba "niñas" o "niños" a grandullones incapaces de hacerse la cama hasta los treinta años.
Sociedad infantiloide, timorata, sobreprotegida, patriarcal hasta la médula y pretendidamente desarrollada, que ha olvidado la clara distinción entre ética y moral, y que encima se jacta con una prepotencia sin parangón, de estar por encima de otras donde la sensiblidad y el orden natural de la vida siguen intactos.
En otras palabras, ¿quiere usted ser un agente encubierto? Es gratis. Entre otras cosas, colaborará en el desarrollo de la cultura, hará bien a su nación y fomentará la tasa de paro. Quedará demostrado, además, que es usted un individuo bienpensante, todo un ejemplo de moralidad y civismo. En la red y fuera de la red. (Espero que después de esto no haya alguien que me denuncie a mí, aunque... bueno, igual no sería la primera vez. También yo puedo caer en el ruedo, si total... ¡es tan fácil y divertido!).