Mostrando entradas con la etiqueta ENTEÓGENOS. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta ENTEÓGENOS. Mostrar todas las entradas

9/11/10

No ha lugar al enteógeno


Para Zu-Zan, que ha preguntado...

Así que si están tan asustados por las drogas que expanden la mente, obviamente es la expansión de la mente lo que temen.
David Steindl-Rast


A propósito de las plantas maestras. También llamadas enteógenos -que es lo que son-. También llamadas plantas de poder. Mal llamadas, por mucha gente, "plantitas mágicas", alucinógenos, tripis, viajatiempos. Hierbas medicinales del Amazonas. Plantas visionarias, honguitos, hermanitos, padrecitos, abuelitas, abuelitos y un sinfin de epítetos... Hay mucha confusión al respecto. No me da ninguna grima admitir que por tomar enteógenos, en alguna ocasión algún amigo ha llegado a mirarme con preocupación. Hay quien ha tenido el valor (al otro lado de una pantalla) de advertirme que deje de tomar tanto alucinógeno :) También he perdido algún lector en alguno de mis blogs, y hasta han llegado a enviarme algún que otro e-mail preguntándome en qué estaba pensando a la hora de difundir semejante información. Como sabemos, no hay detrás de esta servidora ninguna organización que la respalde -sólo ella misma-, ni revista especializada,  ni título que la avale, ni "nombre", "gran nombre", o nombrecito -acaso membrete- que pueda garantizar que nada de lo experimentado con dichas plantas sean algo más que alucinaciones. Hay miles de personas que están en mi situación. Vuelven los tiempos de la tierra vieja.
Lo más sorprendente en el mundo de lo -no sé si llamarle "espiritual"-, llamémosle, pues, "mundo de la investigación de lo etérico" (la denominación es francamente errónea, aunque por el momento le llamaremos así) es que haya tanta gente dispuesta a censurar este tipo de experiencias, so pretexto de que si uno quiere llegar a un estado de conciencia modificado siempre será mejor conseguirlo en estado consciente. Yo no lo niego. Pero tampoco afirmo que sea la única manera. Lo que niego es que siempre tenga que ser así, es decir, que se niegue la legitimidad de otros métodos para conseguir un EMC. Y lo que me sorprende es que tal afirmación se pase por alto una de las condiciones fundamentales del famoso desarrollo de conciencia: el respeto a la libertad del otro.
Es un tema complejo. Hay gente que ha probado las dos experiencias, y por lo tanto tiene autoridad para hablar. Hay otra que prefiere creer que se trata de peligrosas drogas adictivas, y no habrá nada ni nadie en este mundo, ni información seria o menos seria, que les saque de ese prejuicio. Por lo que he podido constatar, el desconcimiento que hay sobre los enteógenos y sus aplicaciones es mayúsculo. Sin embargo no es tanto el desconocimiento como el prejuicio, territorio de base sobre el que prospera la fértil semilla prohibicionista del sistema. Decir que éste nos quiere racionalistas, escépticos -es decir "realistas"- bipolares y sobreadaptados se ha vuelto ya una muletilla. Una muletilla que el sistema aplaude encantado: el paquete software funciona. Imaginaos lo que sería vivir fuera del paquete software.
Respecto al término enteógeno (del griego entheos= poseído por un dios y genos=nacimiento) las dudas se justifican siempre y cuando se desconozca dónde y cómo encajar estas plantas. Ciertamente, se trata de un neologismo acuñado en tiempos recientes, y no responde a un capricho sino a largos años de investigación y experimentación. Claro que su bioquímica produce un efecto alucinógeno, que eso no lo vamos a negar. Sin embargo, en su caso el término alucinógeno se queda en poco, de ahí que se haya pensado en una denominación que incluya no sólo ese aspecto sino también el histórico y antropológico. Y esto es, básicamente, porque la toma de estas plantas incluye un ritual, cosa que no ocurre con otras sustancias. Hablamos de rituales demasiado antiguos como para ser puestos en tela de juicio por personas inteligentes. No tiene el enteógeno una finalidad lúdica como la tuviera el LSD en los 60, ya que el objetivo del psiconauta no es la búsqueda del placer sino la búsqueda de si mismo. Si bien la droga tiene como finalidad la evasión, el enteógeno es justamente lo contrario. Esto marca una grandísima diferencia ideológica entre unos individuos y otros. Por tanto, habría que considerar también este aspecto. No puede medirse la distancia entre, por ejemplo, el Sol y Alfa de Centauro con un marcapasos; resultaría tan absurdo como intentar ducharse dentro de un dedal.
La principal reticencia de quienes afirman que es mejor alcanzar un EMC en estado consciente (esta expresión también es errónea: con el enteógeno nunca llegas a perder la conciencia, en realidad hablamos de un proceso inducido) es la idea del riesgo que implica la ingestión de una sustancia externa. Otro argumento es que la mente puede alcanzar ese estado por si misma a través de otros medios en cuyo caso el proceso resultará tan lento como efectivo. Es una verdad como la copa de un pino. Como también lo es que haya quienes la sola idea de "perder el control" hará que les entre el pánico. Y mira por dónde, que si a mí me diera por recomendar un enteógeno se lo recomendaría justamente a ese tipo de personas. Luego al cabo terminas descubriendo que llegado el caso tienes el valor de fiarte de "algo más" que no seas tú mismo. Si a mí me ha pasado, ¿por qué no había de pasarte a ti?
Y es en éste punto donde "el mundo de la investigación de lo etérico" deja de ser etérico y se convierte en verdaderamente real. Desde mi modesta aunque intensa experiencia con los enteógenos, he comprendido que lo que llamamos realidad es sólo parte de una realidad mucho mayor, porque más allá del descubrimiento, y más allá del trip -es decir, del simple viaje turístico por tierras simultáneas- se descorre un más que tupido velo no ya a lo numinoso, sino a la posibilidad de lo numinoso. Que al sapiens se le plantee un desafío como ése ya es mucho decir. Se trata -o podría tratarse- de un cambio cognitivo en el que el sapiens se derrumba. Y se derrumba en un estadío pre-verbal, es decir que no hay nada a lo que puedas "agarrarte" en semejante contexto, ninguna ideología, ningún cánon. Allí tu software no te servirá para mucho; tu hardware creo que sí. ¿Cómo puede crear adicción una sustancia capaz de desactivar y formatear aquello a lo que más te agarras para afirmar que eres sapiens?
De ahí, creo yo, que el enteógeno pueda entrañar tantas ventajas como desventajas, ya que no todo el mundo está preparado para enfrentarse a ese más allá del sapiens que es el sapiens, y habrá quienes justamente por creer que lo están, a la primera de cambio se endilguen la etiqueta de gurú vendedor de pociones. El hecho de que el verdadero efecto del enteógeno no se manifieste hasta pasada la ebriedad -y que incluso se prolongue durante meses, y hasta años- hace que esta sustancia sea un convite de cuidado. Sobre todo y especialmente porque, a falta de mayor difusión sobre el tema, la desconfianza que inspira, la ghettización de los propios grupos enteogenistas y "la bajada" a un marco de conciencia donde sólo cuenta lo tangible y canjeable, el viajero podría hallarse desamparado frente a su propia experiencia, y ese mundo tangible y canjeable que ya antes de la toma le parecía caduco, después podría resultarle doblemente limitante.
Acerca del lobby enteogenista creo ya haberme referido en alguna otra ocasión hace tiempo. Hablo de gente con un perfil bastante claro: la mayoría se autofinancia, ha viajado a la selva y se ha quedado ahí meses o años para tomar contacto con las plantas y sus dadores. Convengamos en que vivir en el Amazonas durante una larga temporada requerirá de algún recurso previo para la autofinanciación, o bien que el iniciado esté dispuesto a realizar algún trabajo de intercambio con la comunidad de acogida. Luego regresan y montan un espacio -puede ser su propia casa, generalmente un chalet- donde organizar las llamadas ceremonias, o bien dar conferencias y talleres. En defnitiva, que hablamos de gente con la capacidad, el capital y los apoyos como para crear una infraestructura muy similar a cualquier otra empresa. Algunos te dirán que no viven de eso -y es posible que no-, y otros sí que lo hacen, aunque lo nieguen. Luego hay gente realmente estupenda que no cobra un duro por una ceremonia, pero son los menos; y están los que cobrando lo hacen de buena fe. Y hay, por supuesto, quienes la toman entre amigos, excluyendo toda participación externa: el ambiente es en general elitista. El sistema lo promueve así. A éste le interesa que drogas y enteógenos entren todos en el mismo saco, que para algo sirve la mala difusión y el prejuicio.
En cuanto a la honestidad de estos lobbys, pues la verdad es que se ve en los resultados. Aunque quizá más que de honestidad deberíamos hablar de responsabilidad a la hora de hacer un seguimiento de los casos, que por lo que he visto pocas veces se hace.
Con esto querría llegar al tema de la mitificación del enteógeno ayahuasca y su difusión en el caduco -sí, caduco y cada vez más caduco- mundo occidental que nos toca a todos. La difusión existe, en efecto, y se viene notando desde hace tiempo que la planta goza de una doble perspectiva a nivel "mediático": por una parte se la demoniza como droga peligrosa -y aquí habría que definir qué es lo que se entiende por droga, pero esto lo dejaremos para otro día-, y por la otra se la identifica con una prolongación más de la moda cool del perroflautismo progre. Esto a grosso modo, que como sabemos no es lo que es, pero que llegado el caso de encajar el asunto sin saber muy bien de qué hablamos, pues se le encaja como mejor se puede y se asegura, entre otras cosas, que la ayahuasca o es un alucinógeno con la que puedes quedarte majari para toda la vida, o te la salvará por toda la eternidad.
Nada de esto es cierto, porque la ayahuasca ni es un alucinógeno ni te salvará la vida. Que formateará tu software, eso no se tenga lugar a dudas. Y que te la cambiará para siempre, es más que posible. No es una afirmación gratuita: no conozco a nadie que después de tomar ayahuasca o algún otro enteógeno haya vuelto a ser el mismo de antes. Tampoco conozco a nadie que después de tomarla no haya sufrido, de alguna manera, una exacerbación de su sensibilidad y su agudeza intelectual (siempre y cuando ya las tuviera de antes, claro). Luego conozco algunos que si antes eran narcisistas, lo eran el doble después. El enteógeno parece ser un exacerbador más que un otorgador de dones: en realidad no te da nada que ya no tengas; sólo permite que lo descubras. Que harás con ello tras la toma merece la última parte de este post.
Aunque quizá debería decir: qué se te permitirá hacer. Aquí es donde entra a jugar la tercera dimensión terrestre, nuestra necesaria e ineludible gorgona, su voluntad ferrea por adherirnos sin que haya peligro de caer o salir despedidos por los aires, mientras da vueltas y vueltas a velocidad de vértigo. A nosotros, los humanos, el animal más hábil, el único que se ha creído con derecho a poseerla a la largo y a lo ancho de todos sus giros.
No ha lugar al enteógeno con la gran infraestructura del sapiens -dueño y señor de la Tierra- porque el sapiens necesita poner orden "al cotarro", y ese orden parece no incluir la libertad. No ha lugar el enteógeno para un sistema empeñado en que el sapiens viva una realidad limitante. No ha lugar al enteógeno porque despierta, abre, cataliza, y mueve al desarrollo más allá de lo imaginable. No ha lugar al enteógeno porque desdroga a los drogados y espabila a los moribundos. No ha lugar al enteógeno porque le dará fuerza y deseo al sapiens para llevar adelante proyectos sociales, intelectuales y espirituales que podrían no encajar dentro de la parcela que se le ha adjudicado. No ha lugar al enteógeno porque las transnacionales farmacéuticas pierden clientela. No ha lugar al enteógeno porque resulta ser, de por si, una iniciativa cuasi-terrorista para esto que llamamos civilización.
Yo he realizado este camino sola y aunque siga considerando que ha sido una experiencia positiva y transformadora, no recomiendo hacerlo así. Tampoco recomiendo los enteógenos, creo que estos llegan siempre y cuando tengan que llegar. No es un camino para todos, pero es un camino, y como tal merece un respeto y coherencia a la hora de opinar sin conocimiento.

Photo/post: Taller de pintura Barin Bababo. Cultura shipibo-konibo.